LA TENDENCIA A LA SEGREGACIÓN ANTI- INCLUSIVA.                          Cuestiones a debate...

21.01.2020

Si bien a nivel técnico resulta útil y conveniente la especialización en el abordaje de problemáticas sociales, nos encontramos ante una alarmante tendencia a la segregación anti-inclusiva, derivada de la identificación y aglutinación de colectivos.

Si nos regimos por enfoques centrados en la persona, este hecho se hace más evidente y si bien esta tendencia es habitual para el profesional de referencia, que atiende a "colectivos" con características "presuntamente" similares (personas discapacitadas, inmigrantes, mujeres, jóvenes, desempleadas, ex reclusas, drogodependientes, sin hogar...etc), la forma en la que estamos abordando esta especialización podría llegar a resultar nociva para las personas que atendemos.

Y paso a concretar esta idea con dos ejemplos muy básicos y sencillos, bajo mi punto de vista, extrapolables a cualquier paradigma de la intervención social, actualmente validado por consenso:

Si realizamos talleres para jóvenes desempleados con la pretensión de potenciar su empleabilidad, ¿estamos facilitando un mensaje realmente optimista y coherente con nuestro objetivo? La motivación se nutre de tomar contacto con otras realidades, con casos de éxito en los que, seguramente se promueve configurando un grupo con "perfiles" (cada vez me incomoda más esta palabra) heterogéneos: personas empleadas y desempleadas juntas compartiendo experiencias. En este caso, el mensaje a la persona desempleada se dirige de forma directa: "encontrar empleo es posible" y se potencia la generación de una red social de apoyo efectivo, derivada de la empatía e interconexión de los miembros del grupo.

Si facilitamos acogida a un grupo de mujeres inmigrantes con el fin de favorecer su integración social, es decir, configuramos otro grupo, en este caso convivencial, con un "perfil" homogéneo, ¿cómo pretendemos su inclusión efectiva en la sociedad de acogida? De alguna forma, ¿no estamos segregando? ¿consideramos factible que este grupo de mujeres interactúen con personas autóctonas? Obviamente, este proceso de inclusión social, se dificultará si en el día a día el mensaje indirecto es "convive con mujeres como tú: inmigrantes".

En mi opinión este hecho atenta contra:

- El corte humanista que debe impregnar y regir la acción social.

- La atención a la diversidad bien entendida, tan necesaria para la inclusión social efectiva.

Hay mensajes muy contradictorios cuando abogamos verbalmente por modelos interculturales o por la atención a la diversidad desde este prisma y realizamos en las entidades sociales micro-políticas que dificultan la inclusión social efectiva de las personas con dificultades. Para ello, siempre en mi humilde opinión, el proceso debe pasar por perder la identidad colectiva y poner en valor la identidad individual. Pero, ¿cómo contribuimos a este fin las instituciones, las organizaciones, las entidades y los profesionales de la acción social?

Considero que nuestra forma de intervenir ha de ser objeto de revisión, porque la especialización de los servicios sociales, si bien necesaria, debería ponerse al servicio de las personas, en detrimento de acomodar a la institución o al profesional de turno y un proceso consistente de transformación social tan sólo surge con políticas (desde el nivel micro al macro) esencialmente inclusivas: humanas y humanistas. 


Rocío Blancas Avilés


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